Ventana de Colores
Asómate y verás...
miércoles, mayo 17
lunes, mayo 15
lunes, octubre 10
Un día de campo
Ayer, por fin, amaneció lloviendo. Me encantan los días así. Además me levanté tempranito, teniendo en cuenta la hora en que me acosté. Habíamos quedado para ir al campo a hacer una barbacoa. Sabíamos que llovía, pero como siempre, Carmen lo había solucionado todo para que nuestro día de campo fuera todo un éxito, así que, a las once en punto, puntuales como clavos, casi todos estábamos en el punto de encuentro. Tan sólo tres paraguas para muchos, así que éramos como pequeños racimitos de personas debajo de los paraguas. La mañana fresca (y húmeda) y los ánimos calentitos, dispuestos a pasar un día genial. En el coche, de camino a la casa de campo donde íbamos a estar, paró de llover. Al llegar y bajar del coche, el ambiente aún estaba húmedo y se respiraba el aroma que la lluvia había levantado de la jara, el tomillo y la menta.
Al dueño de la casa sólo le conocía de oídas y de una fugaz noche en que coincidimos en un grupo para ver una pésima película de la que olvidé el nombre, aunque recuerdo que era de Tom Cruise y de marcianos.
El hombre me llamó, para indicarme dónde estaba la llave de paso del agua. Fue un motivo que me extrañó al principio y luego descubrí el verdadero motivo de buscarme a mí para explicarme lo de la llave de paso. Juntos nos alejamos por la parcela, aunque a la vista de todos. Estuvimos hablando de muchas cosas en apenas 40 minutos y llegué a una conclusión. A veces, tenemos a nuestro alrededor a personas que realmente se preocupan por nosotros, pero nosotros, en nuestra ofuscación, no vemos más allá de nuestras narices y pensamos que estamos solos en nuestra cruzada ante la vida. Pensamos que nos han dejado solos y que después que se alejen los que aún están nuestra vida ya no tiene sentido.
Hace semanas que me preocupo mucho por alguien que atraviesa malos momentos personales. No sé cómo puedo ayudarle, aunque sé que lo necesita. Está pidiendo ayuda desde los gritos de su silencio y no quiere hablar de ello. Ayer alguien me pidió ayuda para que, juntos, pudiéramos ayudar a esta persona. La mayor complicación que se nos planteaba era cómo ayudar a alguien que no sabe lo que quiere y sólo quiere ser feliz a toda costa. Por supuesto, hablar con el hombre de la finca fue una grata sorpresa para mí y le ofrecí toda mi ayuda para tratar de ver qué podíamos hacer.
Por lo demás, el día estuvo estupendo. Dejó de llover por todo el día y el sol incluso se asomó un ratito, también a nuestros corazones. Todos teníamos ganas de divertirnos y pasarlo bien. Dimos rienda suelta a la risa y recordamos otros tiempos jugando “al pañuelo” o a “al matar”… corrimos, bailamos, saltamos, sudamos, reímos y lo pasamos de lo lindo. TODOS.
El sábado, “beish champagne” me sacó a bailar, por primera vez desde que tuviéramos aquel momento tan feo en que me enfadé con él hace un mes. Ayer, me sacó a bailar “el otro descapotado” y “beish champagne” me robó de él, ahora sí que no tengo ni idea de qué sentir o qué pensar. Me está volviendo loca otra vez, pero me encanta esta locura. Esta vez voy a intentar que duré más este momento, no quiero dar más pasos en falso.
viernes, julio 22
Crónica de unos días completos.
Hace mucho que no venía por aquí, aunque no por falta de ganas, sino, más bien de tiempo. Hace un mes que estoy más liada que una mayonesa.
Este año, por fin, nos han dado jornada intensiva en Julio y, lo que podía darme más tiempo libre, me ha dado más tiempo ocupada, así que descanso menos. Cada día, después de comer (y ver Pasión de Gavilanes) me voy a dar clases de recuperación de 3º de ESO a una chica amiga mía. Quién me ha visto y quién me ve... a mis años estudiando otra vez matemáticas, con lo que me costaron... Cuando terminamos las clases, casi a las nueve de la noche, ya que estamos, nos vamos a "Latinos" a ver las clases de los lunes y martes, porque los miércoles y jueves hay que ir por fuerza: el miércoles tengo mis clases y el jueves las tiene ella. Así, entre libros de biología y matemáticas, clases de salsa y telenovela, transcurren mis tarde-noches de julio.
En cuanto a los fines de semana, no son muy diferentes. Apenas paro en casa. El grupo que tenemos es genial y si no nos vamos a pasar el finde a la caravana de Alfonso nos inventamos algo, como una comida en casa de alguno, todos en trupel a una piscina municipal o sesión de peluquería en mi casa, gracias a David, peluquero profesional que nos aporta el estilismo necesario para superar con éxito las exigencias de los sábados y domingos bailando hasta el agotamiento.
Mañana, uno de nuestros internacionales del grupo, el argentino Pablo, quiere deleitarnos con sus dotes culinarias y nos invita a comer en casa de Carmen, nuestra "madre-amiga", y esta noche quizá nos vayamos a la playa, aunque tengamos que volver mañana a mediodía. El domingo invitaré a alguien a la piscina de mi casa (solo me permiten dos) y por la noche será la semifinal de la competición de amateurs en Missouri . Aquí lo voy a pasar un poquito regular porque en la semifinal se encuentran dos parejas del grupo, las chicas son hermanas y quiero que las dos pasen a la final y que las dos ganen. El nivel está muy alto y no creo que sea posible que pasen las dos. De todas maneras animaré con la misma intensidad, a ver si es posible.
Hablando de todo un poco, el champan siempre actúa igual, salta el tapón, se desparrama, se te sube a la cabeza rápidamente y luego no te quedan ganas de volver a probarlo.
Si tuviera que tachar una rayita en la pared por cada fracaso sentimental, a este paso la pared de mi habitación estaría peor que la cueva de Robinson Crussoe. Maldita sea mi sombra...
Intentaré volver pronto por aquí, aunque teniendo en cuenta que mi alquiler ha subido de precio, he tenido que decir adios a Internet en casa, así que ahora tengo que abusar de los "servicios de otros" para poder postear.
" Me gustas cuando callas
porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos,
y mi voz no te toca.
Parece que los ojos
se te hubieran volado
y parece que un beso
te cerrara la boca..."